Vientos nortes, cielos despejados, aquella sensación difícil de describir que le da a la mayoría de personas cuando se acaba el año, esa mezcla de melancolía, esperanza, tristeza, optimismo y quién sabe cuántas cosas más. Un día perfecto para dormir, pero él debía despertar. Había una cita oculta a la que asistir. Un secreto a voces, una invitación de guiños y gestos, un arreglo de indicios, un pacto que cerrar esa mañana de clausura escolar.
Despertó temprano como si fuese un día normal para ir a estudiar, se arregló y se fue hacía esa escuela que lo había recibido por nueve años y de la cual había salido con gusto, reconocimientos y prisa por algo nuevo. Llegó, saludó a los que aún lo conocían después de haber egresado y se sintió como en casa, como en un lugar que nunca dejó y sólo recordando los pocos buenos momentos que sucedieron ahí. Y ahí estaba ella en frente.
Le tocó quedarse parado porque el sueño era algo sagrado para él y había que aprovecharlo al máximo. No importaba, sabía que al final de la ceremonia llena de la parafernalia que genera el cierre de un año de actividades podría estar con ella. Con esa niña de cabello largo y liso que miraba desde lejos con ojos ansiosos, cariñosos y nerviosos.
Por fin terminó con un sonoro aplauso y la respectiva mini estampida que suponía salir de aquel "gimnasio". Buscó entre el mar de rostros y la encontró, y de nuevo el intercambio de gestos indicó el lugar y la hora del encuentro. Ambos sabían que existía ese algo entre ellos, y ambos lo sentían, aunque de diferente manera. Las miradas no eran simples, eran complicados códigos de cariño que ellos podían descifrar, y que quizá llevarían a algo más.
Se vieron, se abrazaron y platicaron un rato en el patio que daba a la calle. Ya que todo estaba hecho en la escuela, y que nadie parecía estar vigilando, acordaron en voz baja salir hacia la parte trasera de la escuela, y se encaminaron allá. Lo tomó del brazo mientras caminaban y bromeaban, mas algo dijo él que no le cayó en gracia y ella, soltándolo, lo dejó parado a medio camino y dio media vuelta sin voltear atrás. Él, sorprendido, de la misma manera siguió su camino con mirada pensativa pero sin voluntad de cambiar lo sucedido. Nada sucedió ese día. Ni ningún otro día después.
En la subida que ese camino tiene, él pensó todos los posibles escenarios que hubiesen sucedido si él no hubiese dicho nada, si la hubiese retenido, si hubiese rectificado, si la hubiese besado como disculpa en ese mismo momento. El famoso "y si..." que tortura al humano desde que tiene memoria lo hizo sufrir ese día, varios días y aún ahora cuando lo recuerda.
Ellos siguieron siendo amigos, y aún lo son, y saben lo que pudo pasar ese día, y no pasó. Quizá terminarían por odiarse, quizá hubiese sido un amor de colegio nada más, un "amor de verano", una exploración pasional impensable con resultados impensables. Y nunca lo sabrán. Las líneas paralelas que alguna vez pudieron cruzarse no lo hicieron, y siguieron siendo paralelas. Quién sabe algún día se junten.
¿Y si sucede?
This obra by Walter Ulises Castillo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario