Era una tarde nublada de Julio, y de nuevo Lewart se aprestaba a sufrir una vez más escuchando los sentimientos que el ansiaba despertar en ella, pero que despertó alguien más en ese momento.
Duicala le contaba lo mortificante que era estar soportando ver "al susodicho" de hace algunos días, y lo mortificante que era tener a "la madre del susodicho" cerca, inquisidora, protectora; después del incidente de hace algunas semanas en su casa; y lo mortificante que era sentir que en cualquier momento ella podría develar el secreto que quedo entre ellas esa tarde, y hacérselo saber a los padres de Duicala.
Mientras escuchaba y trataba de aconsejar y dar apoyo, Lewart sentía como siempre, aunque en menor cantidad, esa sensación en todo el cuerpo, ese sentimiento de agradecimiento, impotencia, amor, tristeza y esperanza.
Rayaban las 17 hrs. y Duicala debía regresar a casa. Después de las acostumbradas indirectas que Lewart siempre le hace sobre sus sentimientos y que ella conoce bien y le causan gracia, se despidió.
Y Lewart se sintió bien después de eso. Era el sentimiento característico que sucede cuando pasas tiempo con alguien especial, era sentir que todo estuvo, esta y estará bien. Subjetivo, utópico, irreal, etéreo... Y comenzó a llover.
Ella le llamó cerca de las 17:30 hrs. para avisarle que había llegado a casa y de nuevo, bajo el manto protector de la lluvia, pensó en ella, en él, en ellos, en un NOSOTROS.
Al día siguiente se volvieron a encontrar y hablaron de un fortuito encuentro que ella tuvo ese día con alguien del pasado reciente y dijo este comentario: "Cuando yo digo ya no, YA NO".
Al percibir la amalgama de sentimientos que tuvo el día anterior, Lewart pregunto en una de sus acostumbradas indirectas: "¿Y YA NO?" - "YA NO", respondió ella.
-"No me entendiste" replico Lewart con expresión de alivio y asombro. -"No, si te entendí... YA NO"... Y al escuchar esa respuesta se fue el alivio y quedo el asombro sólo, con un pequeño dejo de tristeza, y sazón de sal y melancolía corriendo por su garganta.
-"Vos va Lewart", agregó Duicala.
Y al momento se fueron todas las emociones, buenas y malas, y dejaronme en blanco. Esa es la expresión que siempre dice cuando le da una indirecta, ella la entiende, y le da una respuesta que devasta, y entiende que la respuesta fue muy dura, y trata de arreglarlo o suavizarlo así.
Lewart hace un profundo y conveniente análisis de esta expresión, esperando estar en lo cierto: "Es que cuando yo le digo lo que siento, ella ahorita no lo siente, y me responde devastadoramente; luego, recuerda que una vez hace algún tiempo ella sintió lo que siento. Reflexiona, recapacita, y suaviza la respuesta; porque piensa: Con la paciencia que Lewart ha tenido estos meses casi años, quien sabe si no me arrepienta de lo que diga hoy, y resurja algo... mejor ser suave, quien sabe si Dios lo quiere así... Dejemos que pase el tiempo, a ver si sigue allí..."
Y Lewart espera estar siempre allí para Duicala, con paciencia. Y sabe que quizás lo lograra.
Lunes, Julio 13, 2009
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