Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

viernes, 12 de agosto de 2011

Esfuerzos de un estudiante


Voy en la fila de asientos del lado derecho de una 2-C, en el lugar que a mí me gusta: Junto a la ventana. Llegamos a la parada frente a el Ministerio de Hacienda, y un muchacho desde la parada le pide permiso al motorista para pasar a ofrecer su producto o pedir dinero, lo cual no sabía en ese momento dado que sólo podía ver que traía una mochila consigo.

El motorista accede y sube este muchacho como de 1.60mts, de lentes, aunque ud. no lo crea algo parecido a mí, pero de complexión más delgada que la mía, y empieza a repartir pequeñas tarjetas como hechas a mano, no posters, sino tarjetitas como de cartulina con arreglos en alto relieve, bastante bonitas.


Terminó de repartir su producto y se me vino a la mente lo que todos los usuarios del transporte público de pasajeros en este país nos preguntamos más de alguna vez cuando alguien se sube así: "¿Cuál será la razón de vender y/o pedir de esta persona?"


Se presentó como estudiante de la Universidad de El Salvador, la cual en ese momento teníamos a un costado, y nos contó que esta venta de tarjetas era el único medio por el cual podía mantenerse estudiando, dado que no obtenía un trabajo ni ayuda de nadie. Ofreció las tarjetas pequeñas a $0.15 y unas un poco más grandes a $0.50, pero que si alguno de nosotros quisiera ayudarle con lo que fuese nuestra voluntad, él estaría más que agradecido, y se dispuso a hacer la colecta.

Partiendo del remoto parecido que vi de mí en él, me sentí reflejado con su causa, y pensé en la cantidad de jóvenes que hacen la misma rutina que él, pero con el propósito de sostener un vicio, o que, en el peor de los casos, no se suben a pedir o a vender, sino a robar lo poco que las personas que nos movilizamos en los colectivos llevamos.

Me movió, y saqué un par de monedas de la bolsa y se las dí. - ¿Vas a querer vuelto? - me dijo, a lo cual respondí moviendo la cabeza, negándome. Me dio las gracias, y siguió con la colecta. Pude ver que algunas personas más le compraron las tarjetitas, y pudo sacar algo de dinero.

El colectivo siguió su camino, y ese hecho me puso a pensar si, de estar en una situación similar a esa, ¿haría lo que este muchacho acababa de hacer? ¿el amor a la carrera, al estudio, a perseverar en la universidad me haría moverme de tan admirable manera, venciendo paradigmas, venciendo al inevitable "¿qué dirán?", venciendo la pena? ¿derrotaría todas estas cosas con el simple pensamiento de lograr la superación, de una manera u otra?

He terminado de contarles la historia, y esas preguntas me siguen rondando la mente, aún sin respuesta.

Creative Commons License
This obra by Walter Ulises Castillo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

3 comentarios:

  1. Es lamentable que los países no tomen mas en serio a los chicos que desean estudiar promoviendo mas becas...es triste ver como muchos jóvenes necesitan recurrir a pedir como mendigos algunas monedas con las cuales poder adquirir una carrera que los haga surgir..
    A veces pienso que a los gobernantes les resulta mas favorable mantener un pueblo inculto al cual poder pisotear a su antojo..
    Muy lindo tu escrito..bss

    ResponderEliminar
  2. Lo más valioso de toda la anécdota es que te hizo reflexionar. ¿Cuántos jóvenes similares a ti se lo habrán encontrado en la 2-C y no les generó tan siquiera una de las preguntas que te hiciste? No hay que dar por sentado lo que tenemos.

    ResponderEliminar
  3. Simplemente Mirella: Gracias por el comentario, y sí, pareciera ser que a cualquier ideología que esté en el poder le favorece más tener a un pueblo embrutecido, que a un pueblo bien formado. Triste.

    Raquel: Cierto, me hizo reflexionar, y mucho. Espero que ese sentimiento que tuve esa tarde no haya sido exclusivamente mio.

    ResponderEliminar

Busqueda