Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

jueves, 11 de mayo de 2017

Te has transformado

Nada te prepara para la muerte de alguien a quien querés. Podés escuchar la palabrería alrededor pero lo más que te puede confortar es un abrazo, si acaso algo te lo da. Difícilmente algo te consuela.

Es un pesar aún peor si ni siquiera estuviste pendiente desde el primer momento de lo que desencadenó el desenlace. Se siente horrible. Se siente como si fallaste, como si has sido el peor. Y difícilmente algo te hace pensar diferente.

Estar ahí, insensible a lo que el predicador de turno esté vociferando. Inmutado con respecto al ritual. Quieto y respetuoso, pero sin lograr sentir demasiado el consuelo de parte de este y lo que trata de explicar, a pesar que acepta que es “secularmente difícil de entender”. No me reconozco con esta actitud. Es verdad, difícilmente podés entenderlo.

Ver su cuerpo ahí me quebró. Todo es solo un concepto, una idea inevitable pero lejana. Todo es así hasta que estás frente a frente con los hechos. Y entonces te quebrás, la cabeza se siente hueca, los ojos se vuelven agua y el pensamiento es un cassette en un loop infinito. Difícilmente pasa, pero pasará.

Y luego que las lágrimas han hecho su labor de limpieza de los ojos y del alma, queda la desazón, el pesar, la melancolía y los recuerdos, ¡oh recuerdos que torturan dulcemente, con lágrimas y sonrisas! Difícilmente lo podés evitar.

Y entonces lo entendés: Ya no podés hacer nada, consummatum est, y no hay vuelta atrás. Sólo queda adelante, agarrar la experiencia y cambiar lo que haya que cambiar y seguir con lo que haya que seguir. Hacer que algo tan doloroso tenga un poco de sentido. Hacer que valga la pena. Difícilmente se llega ahí, pero se llega.

Hoy me he dado cuenta lo no preparado que estoy para la muerte de alguien que quiero. Hoy me he dado cuenta que me pone en un punto bien insensible al consuelo religioso. Hoy me he dado cuenta de mi reacción a las malas noticias inesperadas. Y no estoy seguro como me siento al respecto de todo eso.

De lo que estoy seguro es que ahora me gusta pensar que la energía que una vez formó parte de ese ser querido simplemente se transformó en una con el universo y se encuentra a mi alrededor.

Te has transformado, ahora estás a mi alrededor y en mi mente. Espero te guste tu nuevo hogar.

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