Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

martes, 2 de marzo de 2010

Recapitulación

Es medianoche. Comienza el sábado. Lewart está de estreno, y empieza a revisar algunos documentos que hace tiempo no revisa.

Se topa con los libros que trata de escribir, fotos que por cierto incidente tecnológico hace meses que no disfruta y que ya casi ni recordaba que tenía.

De pronto se topa con un viejo documento que hizo; lo revisa y empieza a hacer una introspectiva de las que le caracterizan.

Lewart siendo muy detallista con las personas a las que les da su cariño, cada cierto tiempo cuando tenía más tiempo, se ponía a hacer cosas pequeñas pero con una gran significancia para sus amigas, y esta que se encontró era una de esas. Era una presentación de hace más de medio año, que le hizo a sus amigas para mostrarles el cariño que les tenía. La vio completa, y se dio cuenta que algunas de las personas que aparecían en ese video ya no estaban con él como en ese tiempo, se dio cuenta también que algunas otras permanecían con él hasta ahora, y se dio cuenta que algunas otras que están con él ahora, no aparecían en su vida medio año hacia atrás.

Lewart hace balance de los daños que han dejado estos meses de ausencia tecnológica en su casa, y este es uno de ellos, no ha tenido registros de nada en los últimos seis meses, ni números de teléfono, ni fotos, ni nada, tal y como lo solía hacer.

Empieza a recordar una conversación que tuvo hace ya un par de años con uno de sus eternos amores, Nilali, cuando ella recién iniciaba sus estudios en la universidad: “En la universidad no hay amigos, todos te buscan para que hagas algo por ellos, por interés, no por verdadera amistad” le dijo ella esa tarde de Enero, y hoy ya casi tres años después de esa conversación y comenzando ya su tercer año universitario puede dar fe que esa oración de su amiga es cierta, pero no es una verdad absoluta.

Viendo esa presentación pudo saber que ha tenido esa clase de personas junto a él, aunque en cantidades menores, y también reconoce que ha encontrado verdaderas amistades en ese lugar, recuerda que lo ha podido comprobar, y eso lo reconforta.

Ya pasan quince minutos del sábado y Lewart empieza un nuevo tiempo de escribir sus memorias, de recordar los buenos tiempos, de anhelar los momentos vividos, simplemente de volver a vivirlos… Va su cama reconfortado del corazón, porque aunque aun no tenga dueña su corazón, sabe que muchas inquilinas están en él porque se han ganado su lugar a fuerza de cariño y amistad. Y eso es suficiente por ahora.

Sábado, Febrero 20, 2010

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