Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Encuentros Nocturnos

Era de noche, y platicaban de nuevo, como se había hecho una costumbre agradable para ambos. Cuando menos pensaban, se encontraban y comenzaban a platicar de lo que se viniera en gana, del tema del momento, del uno y del otro, del día de ambos, de como la habían pasado… De todo un poco.

La veía, y desde que habían comenzado esta agradable costumbre de encontrarse, cada vez que la escuchaba hablar, con ese tono tan suave de voz, le parecía caer en las redes del amor de nuevo, mas se resistía a hacerlo. Ya hacía mucho tiempo que él se encontraba solitario, sin una compañía amorosa que lo llenara, sin sentir enamorarse de nuevo, como lo hizo la primera vez, hace muchos ayeres.

Un poco antes de comenzar estos encuentros nocturnos de tertulia, él había leído que muchas veces, las mujeres al sentir a un hombre como un amigo, no podrían verlo como otra cosa que no fuese eso: Un amigo; y que el hecho que este, en un momento dado, quisiera establecer algo más con su amiga, sería simplemente imposible. Esto contradecía completamente las bases de lo que siempre él había pensado, y que había practicado siempre; y que habiéndolo escuchado de otras personas, además, parecía ser la causa de su prolongada soledad con abundancia de amistad. Y una de esas personas con ese pensamiento, era la damisela de los encuentros en cuestión.

En fin, en todo este tiempo, jamás entre ellos había escapado esa palabra que para él, dado el pensamiento que una vez escuchó que compartía sobre la amistad que no puede transcender más tarde en “algo más”, era mejor evitar la mayor cantidad de tiempo posible, para ver si había una oportunidad.

Y así de la nada, en una noche de esas, como muchas que habían pasado ya, simplemente como capricho de la mente humana o como señal de alto para lo que posiblemente él pudiese sentir, surgió esa linda palabra de cinco letras que, en otro contexto, él estaría más que alegre en escuchar, pero que por lo que empezaba a sentir, fue bajar con estrépito de la nube donde andaba y en la que iba subiendo vertiginosamente. Simplemente un sutil susurro de su voz pidiendo a escondidas a su corazón que cualquier cosa que no fuese amistad, se detuviera inmediatamente. Simple como eso.

Y al escuchar esa palabra, simplemente recordó cuanto le costaba detener sus expresiones de amor para con ella cuando la tenía al frente. Cuantas cosas deseaba decirle, escribirle, dedicarle, simplemente compartirle… Cuánto, a pesar de un par de cosas que a él no le gustaban de su manera de ser, él estaba empezando a sentir algo más que simplemente cariño y amistad; y que ahora, de repente, debía acallar los intentos revolucionarios de los remanentes vivos de su corazón solitario.

Simple como eso, debería de acallarlos. El pensar y sentir de ella es un completa incógnita para él, la cual no podrá descifrar si no corre un poco de riesgos, los cuales, lastimosamente, no esta dispuesto a tomar en este momento.

Pero sólo por el momento. Ya verá después…

Miércoles, Octubre 13, 2010

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2 comentarios:

  1. Bonita entrada, Walter.
    ¡Saludos!

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  2. Buenísima entrada. Cuando uno cruza esa delgada línea entre el cariño de amigos, y el amor vaya que se mete en lios y mas aún si desconoce el sentir de la otra persona, correr el riesgo es lo que queda...

    Pocos nos hemos atrevido...

    Bendiciones...

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