Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

martes, 19 de mayo de 2009

Crónica de la Noche de Anoche

Iba en el autobús, pensando en lo que haría al verla, en cómo le hablaría, sobre que platicaríamos. Pensaba en la conversación del día anterior, y en cómo un simple comentario me pudo elevar mi alta autoestima.

Llegue al lugar y vi el auto, y me pasó como siempre me pasa al ver el auto de ella, me latió más el corazón al saber que la podría ver una noche más, y esta noche especialmente, noche de su día especial.

Al entrar a la reunión, lo veo a él al lado de mi banca, con un presente, el cual desde luego y sin pensar supuse era para ella, y con actitud respetuosa lo saludé, sin pensar en lo que sabría en unos minutos más. Y pensé en su presente y el mío. Sobre cuál podría ser más importante, más valioso, con más significado para ella, y eso fue suficiente para mortificarme durante toda la disertación, suficiente para prestar atención a la conferencia sólo por pocos momentos, pero los suficientes como para comprenderla y llegar hasta el final.

Salimos y espere a que él fuera primero a hablarle, trate de hacerme el tonto unos minutos para después llegar con mi flamante presencia, pero no funcionaba; estaba pendiente de todo lo que hacían, hasta que me llamó él y me pidió un favor:

-Crees que nos podés tomar una foto, porfa-, me dijo. Claramente accedí a su petición y lo hice de buena manera, con diplomacia y sentido del humor tratando de ocultar lo que realmente sentía pero que no podía describir al verlos a través de la pantalla de la cámara digital de la manera que lo hacía. Él confesó también su nerviosismo que, aún no entiendo por qué, adujo a mi presencia allí.

Se marchó con una despedida tenue pero densa en el ambiente. Y quedé allí con ella. Le di mi presente y un abrazo. Agradecí por todos los años ya de amistad y comenzamos a platicar de sus cosas y las mías, como siempre hacemos cuando nos vemos. Después de un rato llegamos a un punto de la conversación en el cual ella tenía incertidumbre de contarme. La convencí que me dijera. Me contó que estaban en una aún no instituida relación con él, y que presentía problemas por ello ya que la madre de él (dadas sus experiencias anteriores con sus nueras) no era tan cariñosa con las relaciones de su hijo, con la agravante que la madre de él los encontró solos al regresar a casa, aunque no pasara nada.

Al escuchar esas palabras de sus labios, seguramente demudó mi rostro, y cambió mi semblante. Sentía por dentro que iba a explotar, sentía que mi peor temor se estaba convirtiendo en realidad y en el peor escenario posible. Y que lo que me hacía sentir más mal es que no puedo hacer nada para cambiarlo. Pero el amigo pudo más. La aconsejé que no se preocupara antes de tiempo, pero que se atuviera a las consecuencias que eso le podría provocar. Le dije que la amo, que se cuidara, que lo piense bien y se despidió.

Eso fue cerca de las 20:15 hrs. Son las 0:00 hrs. y aún no puedo dormir pensando en lo que me dijo y como ha sido posible que sucediera, y pienso en todo lo que puede pasar si esa pseudo-relación siguiera, en las reacciones de sus madres, en como esto podría afectar sus relaciones intrafamiliares, y sus relaciones con nosotros los amigos. Pienso, siendo extremista como siempre, en que podría dejar de verla por un buen tiempo; en que podría seguir el rumbo de las ex de él, fuera, perdidas, sin apoyo, arruinadas…

Ya es un nuevo día y sigo pensando en ello y eso me reconfirma que es ella la que todavía me mueve más que las demás, que ella es el amor ahora, y que no puedo hacer nada por ahora para que regrese a mí. Simplemente esperar a que esté bien, que pase el tiempo y que resurja el amor.

Martes, Mayo 19, 2009

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