Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

martes, 18 de agosto de 2009

"Yo sé cómo se siente eso..."

Esas fueron las palabras exactas que ella dijo.

Acababa de terminar una clase que raya en el aburrimiento (sólo por ahora) y se aprestaban a salir y movilizarse a sus hogares, ella había salido y él pensó encontrarle en el sitio donde siempre ella espera para salir hacia su casa.

Recién había llovido torrencialmente sobre la ciudad y no había algún lugar seco para sentarse, ella se había quedado sola y tenía que esperar algún tiempo por su transporte, así que él se decidió a quedarse con ella, a pesar de lo tarde que era ya.

De pronto (no sé cómo) llegaron al punto de la conversación donde ella le dijo esas palabras: “Yo sé cómo se siente eso…”. De pronto, él quiso indagar sin ser imprudente, y ella le empezó a contar su experiencia sucedida desde hace algunos meses atrás hasta el sol de hoy, de cómo el amor suele tener dificultades que no pertenecen ni están bajo el manejo de ninguna de las partes en cuestión, de cómo a veces el sentimiento de creer que no haces lo suficiente por la relación te crea inmensos cargos de conciencia, de cómo a través del tiempo, aun cuando te has dado un tiempo en una relación, seguís sintiendo lo mismo y que aún no podés hacer nada contra ello, sentir que no sabes si esto es amor o es ilusión, sentir la inseguridad de pensar si la decisión que la otra parte tomó sea la correcta o no, sentir que podrías perder algo grande y que jamás algo igual pueda suceder después, pensar que ahora podrías lastimar sin querer a alguien que al ver esa puerta abierta piensa en algo más que sólo amistad. Pensar tantas cosas…

Como si nada, el tiempo pasó volando, habían pasado casi 20 minutos desde que habían empezado a hablar del tema y valía la pena para él escucharla, saber sus sentimientos y darle palabras; pero el tiempo se ensaña cuando uno quiere que vaya más lento, y con el dolor de su alma tenía que marcharse…

En todo el trayecto a su casa, él pensó en lo hablado y en todo lo que ella había vivido a través de esa relación. Pensó en cuan noble corazón tenía ella, cuanto cariño tiene por dar. Pensó en que talvez se le dará la oportunidad a ella de nuevo, y talvez no con el mismo sujeto de sus sentimientos hasta hoy, sino con alguien más. Pensó en que nunca hay que cerrarse a las posibilidades aunque ahora se esté con el recuerdo aún fresco de alguien; la noche pasa siempre, por larga que sea, y siempre llega un nuevo y lindo amanecer. Pensó al final de la noche que ni ella talvez pensaría tanto en este asunto como él lo hizo aquella noche, pero así como ella lo dijo, lo dijo él también: “Yo sé cómo se siente eso…”

Martes, Agosto 18, 2009

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