Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

sábado, 10 de julio de 2010

Crecer

Etteiv sentía las cosas andar mal. Reick ya no era el mismo. Hacía un par de años que esta relación había iniciado con todo el impulso que los corazones jóvenes suelen dar a la ilusión de un amor, combatiendo los problemas que estos conllevan de manera heroica (hasta donde ella sabía); pero, que al pasar el tiempo, había decaído, y que por consejo de muchos cercanos a Etteiv no era la más adecuada para ella; pero, ¿que se va a hacer cuando la ilusión es más grande que la razón?

Reick ya no le prestaba atención. No le llamaba más. Etteiv buscaba su cariño como antes lo tenía, mas recibía miradas inertes, frías y balbuceos sin sentido de entre los labios que le habían hecho tan feliz con las palabras más lindas que jamás ella había escuchado. Nada era igual.

Decidió después de todo poner un alto.

Cansada de tanta indiferencia, y queriendo escuchar una respuesta que la alentara a seguir adelante, Etteiv disparó la pregunta: ¿Crees que hay un futuro juntos? – A lo cual Reick respondió, casi como esperando la pregunta, pasivo y frío: No creo que esto funcione.

Ella marchose de allí, impávida frente a el, simplemente volviendo a casa sin decir una palabra, para poder llorar como quería por hartos días. Para sacar definitivamente el dolor que estaba sufriendo. Llorar para sacarse la ilusión que él le había creado por tanto tiempo a base de medias verdades que después de esa confesión habían salido a la luz. Cosas que le ayudaron a saber que no debía ser más esa relación… Nunca más.

Y se desahogó, se tranquilizó, lo superó. Después de algún tiempo, aún mejor que todo eso: Maduró. Creció.

Ahora, varios meses después, sabe que fue un aprendizaje, algo que la hizo crecer y, como ella misma dice, como no la mató, la fortaleció. Sabe que fue algo que la preparó para el futuro, para alguien que la pueda valorar como se debe, y ella siente que lo ha encontrado, aún a pesar de la distancia que ahora los separa. Y en esa nueva aventura sabe que sólo el tiempo le dirá si será o no será.

Y como ella misma también dice: La esperanza es la que muere de último, y yo no he muerto, así que, aún esta viva… Y le da su tiempo.

Sábado, Julio 10, 2010

Creative Commons License
This obra by Walter Ulises Castillo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

2 comentarios:

  1. wooowww Walter este me encanto!

    ResponderEliminar
  2. A ver, nuevamente diviso una pulcra claridad para escribir. Me gusta ver eso en vos, muchos escriben pero pocos se dan a entender (mi caso, escribo marañas y no me doy a entender).

    Los temas que tocás, sinceramente no son mi prioridad al escribir, y cuando los toco; los tomo y les doy giros inadecuados para torcerlos y romperlos y así les planto la estética que mejor me parece. En cambio vos, los dejás íntegros. Intactos. En su esencia, pues. Aun con esto, no dejo de aplaudir la forma en que tocás el tema y el pulcro desarrollo que le das.

    Hablando más profundamente del tema, creo que la niña esa, como dicen por allí, "se dio con los dientes". Creo que a todos nos pasa y algunos lo superamos y otros no. Y ese es, amigo mío, el injusto ciclo de esta vida que debemos llevar sobre hombros. Y así se aprende en este desierto llamado vida: cayéndonos y levantándonos de nuevo.

    Saludos chocolatosos, por su puesto.

    ResponderEliminar

Busqueda