Este es el Castillo de Cartas


Un castillo de cartas.
Frágil, si piensa en el que está hecho de naipes.
Interesante, si piensa en uno hecho de epístolas.
Este cae en ambas descripciones.

miércoles, 6 de junio de 2012

Perdida

El viento sopla, te acaricia violentamente el rostro.
Entrecierras los ojos con una expresión de satisfacción.
Tu cabello se relaja al ritmo de la brisa.
Tus manos arreglan el cabello que el viento se llevó.
Mueves la cabeza hacia la ventana, curiosa.
Se pierde tu mirada en la gente de la acera.
Tu mirada es inocente, inquisidora, pura.
Volteas, me ves y te veo, y se siente bien.
Las ondas de tu cabello te obstruyen la vista, y me quitas la mirada.
Arreglas el desorden que deja el viento en tu cabello y tu ropa.
De nuevo registras el paisaje nocturno de la capital.
Te absorbe, te abstrae del asiento incómodo.
Parece que buscas tu reflejo en la ventana.
Parece que contemplas la belleza inesperada.
Parece que miras la pureza que veo en ti.
Me empujan, es hora de moverme sin quitarte la mirada.
Debo bajar, y nuestros ojos se encuentran por última vez.
Esbozamos una sonrisa de despedida, y bajo.
Camino por la alameda y pienso en la mirada inesperada en el colectivo.
Llego al siguiente bus, y espero sorprenderme otra vez.


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